El kéfir es un producto lácteo fermentado de origen Caucásico. Su parecido exterior es similar a la coliflor pero con una textura más blanda; se trata de una combinación de bacterias pro bióticas con levaduras y azucares; existe kéfir de leche, de té y de agua, siendo la fabricación de yogur la más extendida y saludable para nuestro cuerpo, a pesar de que su introducción en el mercado se produce lentamente.
Su producción casera no está muy extendida, pues es un producto que requiere de paciencia además de unos cuidados básicos para evitar mal sabor y la contaminación del producto.
Preparación y cuidados del kéfir
Para su preparación se debe introducir el kéfir en un tarro de cristal con leche, y dejar fermentar durante 24-30 horas; después, se cuela y se repite el proceso. El liquido resultante es un yogur liquido suave y ligeramente ácido, que con un poco de azúcar o miel tiene un sabor delicioso y unas propiedades excelentes para la regeneración de nuestra flora intestinal.
Cuidados: el kéfir siempre tiene que estar en leche y ésta se deberá cambiar cada 24-30 horas; nunca tiene que ponerse en contacto con utensilios metálicos; en su elaboración, dentro del tarro con leche, tiene que existir un espacio de aire equivalente a 1/3 del volumen del tarro.
Propiedades y beneficios del kéfir
Son muchos los beneficios del kéfir, dentro de dichos beneficios podemos destacar:
- Aumenta las defensas: nutrientes como el folato, la biotina y el probiótico del kéfir refuerzan nuestro sistema inmunólogico frente a bacterias dañinas, como por ejemplo la escherichia coli y la salmonela.
- Cuida la microbiótica: relacionado con el punto anterior, el kéfir ayuda en la regeneración de la flora intestinal, y su consumo está indicado en el tratamiento de la candidiasis, el estreñimiento o la diarrea.
- Mejora la digestión y previene las molestias digestivas: consumir kéfir contribuye a mantener el equilibrio de las bacterias en el intestino, secundando la lucha contra enfermedades gastrointestinales como úlceras, la enfermedad de Crohn o el síndrome del intestino irritable.
- Refuerza los huesos: los compuestos bioactivos del kéfir y la vitamina K2 que contiene, contribuyen a que nuestro organismo absorba el calcio de la leche.
- Mantiene la piel sana: el consumo de kéfir ayuda a mantener nuestra piel sana, mejorando los problemas sistémicos de la misma y permitiendo una cicatrización adecuada de las heridas.
- Protege contra el cáncer: algunos estudios han demostrado que el kéfir es capaz de retardar el crecimiento de tumores tempranos.
- Hace la leche más digerible: el kéfir colabora en el proceso de descomposición de la lactosa, lo que hace que ésta sea más fácil de digerir.
- Mejora los síntomas de algunas alergias: los microorganismos presentes en el kéfir apoyan al sistema inmunológico en su lucha contra los procesos inflamatorios derivados de diferentes alergias, siendo un alimento recomendado para las personas asmáticas.
Conservación del kéfir
Es recomendable lavar los nódulos del kéfir cada dos semanas sumergiéndoles en agua mineral tibia, no clorada, durante unas doce horas.
Los nódulos que adquieran un tono amarillento deben retirarse, dejando sólo aquellos que presenten un tono blanquecino. Si debemos ausentarnos por un tiempo, el kéfir puede conservarse sumergido en leche dentro del frigorífico durante unos 4 ó 5 días máximo. El frío ralentiza el proceso de fermentación. Otra forma de conservarlo se basa introducirlo en un vaso de agua con una cucharada de azúcar y dejarlo en el interior del frigorífico.
Como el kéfir va creciendo con su uso, llegará un momento en que su cantidad será excesiva y haya que retirar la parte sobrante. Lo normal es regalar dicho sobrante a amigos y familiares, o a cualquier persona que nos lo haya pedido. El kéfir no es algo que se venda, aunque es posible que lo encontremos en alguna tienda de dietética.
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